
Durante seis años aprendió las enseñanzas de los grandes maestros espirituales de la época y siguió prácticas extremas de automortificación. Al darse cuenta de que eso no lo llevaba a encontrar las respuestas ni a liberarse del sufrimiento, abandonó las prácticas extremas, y sentado bajo una higuera oriental, meditó hasta lograr la suprema sabiduría trascendente, viendo pasar ante sí las imágenes de sus anteriores existencias, a los seres cometiendo actos y recibiendo los efectos de sus acciones; naciendo, creciendo, envejeciendo y muriendo una y otra vez en las distintas vías de existencia, arrastrados por la fuerza de sus actos, sus deseos, su ignorancia, sus pasiones. Contando con treinta y cinco años de edad, tras un esfuerzo intenso y final, se convirtió en un Buda, es decir, en un Despierto, un Iluminado.
Durante los siguientes cuarenta y cinco años difundió sus enseñanzas, exponiendo las leyes que descubrió, adecuando sus palabras según su auditorio, dejando un excelente ejemplo y una gran guía para la humanidad, lo que sirvió de base para lo que hoy conocemos con el nombre de Budismo.
Durante los siguientes cuarenta y cinco años difundió sus enseñanzas, exponiendo las leyes que descubrió, adecuando sus palabras según su auditorio, dejando un excelente ejemplo y una gran guía para la humanidad, lo que sirvió de base para lo que hoy conocemos con el nombre de Budismo.
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